martes, julio 09, 2013

Mientras escribía pensé.

Claro, claro… partiendo del hecho, siempre empezando desde ahí…

Habrá que comenzar a hablar sin tapujos y creer que todo tenía sentido desde el principio, que nada era una quimera del destino… Y ¿entonces? Claro, claro, para qué empezar a hacer  preguntas absurdas que no llevan a nada; al contrario, confunden, manito.

Una buena canción es muy necesaria, vaya si lo es; sino cómo empezaríamos a contar la historia tantas veces mal dicha y cientos de veces cambiada según el interlocutor…

Escribiendo tonterías hemos de darle inicio a este ensopado de mierda que algunos entenderán como vivencia neta y fidedigna del camino que es la vida. Un día un profesor de  matemática, malísimo él, me dijo que la vida nos daría golpes tan duros que recién ahí empezaríamos a darnos cuenta de lo que es este andar que no se entiende hasta que uno empieza a ganar buen dinero y dice: me costó trabajo.  Lo importante no es cuánto costó ni que este texto tenga sentido; al contrario, lo sustancioso es que lo que se diga en adelante, como en la vida misma, que obtenga entonces un  verdadero sentido poético y alucinógeno con una piza de pura y solemne de buena suerte. - ¿Qué es esa palabra colega? Bill Gates dice que es estar en el momento  y espacio adecuado. En fin… tiene dinero y eso le resta méritos para esbozar una sentencia tan rotunda de momentos y espacio, - ¿qué sabrá ese huevón?

Ya, está bien, no es necesario rodear tanto el asunto que mueve este post, que por cierto no es más que un cúmulo de ideas revueltas que no ayudan a nada… Todo se supone nos cuesta. Nada es fácil. Todos los caminos conducen a Roma. Tanta tontería, muchachos… La vida empieza cuando la creemos terminada y para sonar elegante: fríamente anestesiada…

Contar una historia que tenga un buen desenlace y una trama respetable, de esas que se merezcan un premio, aunque sea de alguna escuela mal hecha y remendada, compadre; ahí está la plata, la fama, la cochinadita, la huevadita en su más baja representación.
Juan salió de la casa de María y dijo que sería un día fantástico; lástima que en Paris un huevón estornudó y todo se le fue al carajo al buen Juan… En fin, cualquier hecho puede justificar un final inesperado pero que venda…

Dale de nuevo: Juan salió de la casa de María y dijo que sería un día fantástico ¡provecho, Juancito!  Antes de contar el final hay que ser precisos en administrar los hechos y configurar meticulosamente los antecedentes que no adelanten ningún suceso que al lector le diga “listo, este Juancito, la hizo”.

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