sábado, enero 21, 2012

(...)

Estaban ahí, respirando apenas, bajo la pálida solemnidad de la luna, cuando un guiño de sus corazones rompió el cristal de tierna agonía que los separaba. 
Se acercaron con un temblor en cada paso que entorpecía la escena. 

No se necesita situaciones perfectas para crear un momento inolvidable, pensó ella, cuando notó en él un nerviosismo propio de un jamás besado.

- Si respirara su aliento por una sola vez.
Cualquier canción, cualquier verso; una rosa, el perfume de su ser; ahora, una realidad. Antes, una ilusión.

Sus ojos ya no le pertenecían; sus labios, deseosos, imploraban aquellos delicados trozos de cielo terrenal y ese temblor infausto, sabía él, entorpecería el momento más sublime de su existencia...

Ya me tiene, solo tiene que cerrar los ojos ¿por qué no los cierra? A caso no sabe que da vergüenza hacerlo con los ojos abiertos, ¡qué bruto!
Por siempre jamás, por siempre jamás pensó y cerró los ojitos torpes al fin, aunque él hubiera querido ver esa carita dulce embriagada de felicidad...