lunes, octubre 31, 2011

A. E. O.

No fue hace mucho que su vida dio un vuelco inesperado y hoy esta frente al mundo, sólo, como el que más o mejor dicho como el que menos. Es uno antes cientos de miles de miradas que lo escrutan y rodean sin piedad. A veces piensa en los poemas de Neruda y recuerda Afterglow, de su fetiche Borges, con una nostalgia que apenas si le pertenece. Imita gestos para aparentar normalidad en cada paso. Inventa frases dispersas y poco lúcidas sin razón. Parece desatento cuando camina, cuando asiste a clases; en fin, parece desatento con la vida y es que cree haber aprendido el oficio de vivir sin joder a otros.
El bochorno de la ciudad lo acosa a diario y sus axilas dan fe de ello. No quiere cortarse el cabello. No quiere escribir. No quiere dejar de leer y no quiere dejar de vivir a su modo. Echado en su cama tararea la canción que lo tiene fascinado -impossible love-, y siente que ya no resiste más el juego mental que le propone la conciencia.

Un silencio lento lo inunda y el tiempo es anónimo. Ha decidido dar cuatro pasos para despejarse y sin proponérselo esta frente a las olas; ahora, su memoria viaja por el mar perdiéndose lentamente en la vaga tristeza que lo conmueve sin saber la razón. El tiempo ha pasado y su mirada ausente le impide ver lo bello del atardecer... "Es curioso pero vivir consiste en construir futuros recuerdos; ahora mismo, aquí frente al mar sé que estoy preparando recuerdos minuciosos que alguna vez me traerán la melancolía de la desesperanza", dijo sin oírse, con profunda convicción, como cuando lee a Ernesto Sábato, en voz alta, pretendiendo que Juan Pablo Castel salga de El Túnel.
Adrián Escobar Oliva, el tipo de las vocales fuertes se indiga a sí mismo para renovarse, solamente guiado por las ansias de progresar y es por eso que inventa el mundo perfecto en un pequeño espacio: frente al papel.