Claro, claro… partiendo del
hecho, siempre empezando desde ahí…
Habrá que comenzar a hablar sin
tapujos y creer que todo tenía sentido desde el principio, que nada era una
quimera del destino… Y ¿entonces? Claro, claro, para qué empezar a hacer preguntas absurdas que no llevan a nada; al
contrario, confunden, manito.
Una buena canción es muy
necesaria, vaya si lo es; sino cómo empezaríamos a contar la historia tantas
veces mal dicha y cientos de veces cambiada según el interlocutor…
Escribiendo tonterías hemos de
darle inicio a este ensopado de mierda que algunos entenderán como vivencia
neta y fidedigna del camino que es la vida. Un día un profesor de matemática, malísimo él, me dijo que la vida
nos daría golpes tan duros que recién ahí empezaríamos a darnos cuenta de lo
que es este andar que no se entiende hasta que uno empieza a ganar buen dinero
y dice: me costó trabajo. Lo importante
no es cuánto costó ni que este texto tenga sentido; al contrario, lo sustancioso
es que lo que se diga en adelante, como en la vida misma, que obtenga entonces
un verdadero sentido poético y
alucinógeno con una piza de pura y solemne de buena suerte. - ¿Qué es esa palabra
colega? Bill Gates dice que es estar en el momento y espacio adecuado. En fin… tiene dinero y
eso le resta méritos para esbozar una
sentencia tan rotunda de momentos y espacio, - ¿qué sabrá ese huevón?
Ya, está bien, no es necesario
rodear tanto el asunto que mueve este post, que por cierto no es más que un
cúmulo de ideas revueltas que no ayudan a nada… Todo se supone nos cuesta. Nada
es fácil. Todos los caminos conducen a Roma. Tanta tontería, muchachos… La vida
empieza cuando la creemos terminada y para sonar elegante: fríamente
anestesiada…
Contar una historia que tenga un
buen desenlace y una trama respetable,
de esas que se merezcan un premio, aunque sea de alguna escuela mal hecha y
remendada, compadre; ahí está la plata, la fama, la cochinadita, la huevadita
en su más baja representación.
Juan salió de la casa de María y
dijo que sería un día fantástico; lástima que en Paris un huevón estornudó y
todo se le fue al carajo al buen Juan… En fin, cualquier hecho puede justificar
un final inesperado pero que venda…
Dale de nuevo: Juan salió de la
casa de María y dijo que sería un día fantástico ¡provecho, Juancito! Antes de contar el final hay que ser precisos
en administrar los hechos y configurar meticulosamente los antecedentes que no
adelanten ningún suceso que al lector le diga “listo, este Juancito, la hizo”.
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